Aventura bajo el agua: visita al Acuario de Sevilla.

Nuestros peques de 3º de Infantil han vivido una experiencia inolvidable en su visita al Acuario de Sevilla, donde han descubierto un mundo fascinante repleto de vida, color… ¡y muchísima curiosidad!

Durante el recorrido, conocieron animales fluviales de distintas partes del mundo, como las carpas y esturiones, especies que vivieron en nuestro río Guadalquivir pero que, por culpa de otras especies invasoras, ya no se encuentran con facilidad. También descubrieron a los curiosos ajolotes, unos pequeños anfibios rosados originarios de México que están en peligro de extinción por su captura ilegal como mascotas.

Otros habitantes fluviales que les sorprendieron fueron unos pececitos que se alimentan de larvas de mosquito. En el acuario están trabajando para recuperar su población y volver a introducirlos en el río, ayudando así a mantener el equilibrio natural.

Y no faltaron los animales más impresionantes: las anacondas, con más de 7 metros de largo, que se alimentan de pollo y conejo… ¡pero solo si está caliente, para simular que está vivo! Aprendieron que son constrictoras y que envuelven a su presa hasta que pierde el calor corporal antes de tragarla. También vieron iguanas, pirañas y otros reptiles y peces sorprendentes.

En la parte marina, la emoción no se hizo esperar: los niños y niñas pudieron ver de cerca tiburones, mantas, rayas, medusas, caballitos de mar, pulpos, langostas, cangrejos… ¡y hasta al famoso pez payaso con su anémona! Descubrieron que el pez payaso es el único que puede vivir entre los tentáculos de la anémona gracias a una sustancia especial que lo protege del veneno.

Una de las historias que más les llamó la atención fue la de las tortugas marinas del Cabo de Gata, en proceso de recuperación en el acuario. Cuando estén listas para volver al mar, serán liberadas en su hábitat natural, porque —como aprendimos— ¡las tortugas recuerdan el lugar donde pusieron sus huevos y pueden volver allí muchos años después!

En el gran tanque, observaron cómo los peces pequeños nadan en grupo para parecer uno solo, mucho más grande, y así evitar a los depredadores. ¡La naturaleza es sabia!

Además del recorrido, participaron en un taller educativo, donde jugaron a clasificar animales según su alimentación, tocaron una mandíbula de tiburón (¡que cambia entre 2 y 3 dientes cada día!) y un trozo de su piel, con textura rugosa, que les permite nadar más rápido. También pudieron observar huevos de tiburón, parecidos a espinas de calamar, que las mamás atan a objetos del fondo marino con un hilo natural para que no se los lleve la corriente.

La visita nos permitió conocer especies de todos los continentes y, sobre todo, aprender la importancia de cuidar nuestros ríos y océanos para proteger a todos estos seres vivos.

Los alumnos estuvieron muy participativos, hicieron preguntas, observaron con atención y, lo más importante: ¡disfrutaron aprendiendo!

¡Gracias, Acuario de Sevilla, por abrirnos una ventana al mundo submarino!

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